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12 abr 2016

¿Existe la Psicomotricidad Educativa en los colegios de Málaga?


La "asignatura" Psicomotricidad puede o no estar incluida en el currículo de cada colegio. En los públicos suele impartirse en Educación Infantil, y en los privados cada colegio es libre de incluirla. Aún así, esta palabra tiene significados confusos. La mayoría de los padres, profesores y escuelas la consideran un especie de educación física, donde se trabaja sobre el aspecto físico del niño, una manera de entrenar habilidades motoras. Algunos incluyen además aspectos relacionados con los sentidos, de manera que experimentan con sensaciones, principalmente musicales y táctiles. En estos casos la asignatura debería llamarse Motricidad.

Sin embargo, la nueva pedagogía nos muestra que en el aprendizaje, y por lo tanto en el desarrollo del niño no existe una separación entre lo físico y lo emocional. Y aquí se unen las dos partes de nuestro concepto: psico-motricidad. Es decir, aprendemos a raíz de lo que nos mueve emocionalmente , a través del cuerpo, en un ambiente social. Nosotras proponemos la implantación de esta actividad, trabajando las 4 dimensiones (física, emocional, cognitiva y social) en cada escuela. Esta denominada Psicomotricidad Educativa es algo que ya se ha instaurado en muchos colegios de Cataluña, Madrid y País Vasco.

André Lapierre y Bernard Aucouturier crearon esta pedagogía de lo corporal basada en su trabajo con niños. Sus bases son : aprendemos lo que vivenciamos y aprendemos lo que nos gusta. Por eso el punto de partida es el juego libre y espontáneo, el que nace del deseo. Así que, algunos pueden pensar apenas deber haber diferencia entre esta actividad y jugar en el parque.

Sin embargo hay muchas y muy significativas:

1. Contexto espacial con material bien definido: para juegos de seguridad profunda, de experimentación sensoriomotriz, simbólico, de reglas.
2. Contexto temporal con rituales: de entrada, de expresividad motriz, de representación y de salida.
3. Reglas de comportamiento: cuidar del material, de los demás y de nosotros mismos.
4. Presencia del psicomotricista, que está disponible sin juzgar ni culpabilizar.
5. Método de observación: como el niño se relación con los demás, con el espacio, con los materiales.
6. Propuesta de intervención: desde la observación desarrollamos una propuesta que apoye al niño en la consecución de sus potencialidades.
7. Comunicación fluida con los padres
8. Es deseable una comunicación con sus profesores, para intercambiar opiniones y puntos de vista desde otros contextos.
En este contexto cada niño juega de acuerdo con su propia forma de ver la vida y verse a sí mismo; observando su juego tenemos acceso a sus sentimientos (emocional), sus habilidades y destrezas (motor), sus conocimientos (cognitivo) y su forma de verse y relacionarse (social).

Cada vez se evidencian más casos de niños con bloqueos cognitivos, problemas de aprendizaje y comportamiento. Se observa en ellos carencias afectivas y alteraciones en el desarrollo psicomotor. La ausencia de la posibilidad de expresividad y experimentación a través del movimiento, limita al niño la elaboración de procesos mentales necesarios para el desarrollo global. El espacio de la sala de psicomotricidad y la metodología de intervención que se utiliza permiten al niño vivir sus experiencias desde el placer el movimiento al placer de pensar. La sala se convierte en un lugar preventivo de posibles problemas de aprendizaje, ya que es un ambiente donde se posibilita la comunicación, la creatividad y el acceso al pensamiento lógico.


Montserrat Reyes


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La Psicomotricidad en Málaga
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Desplegándose





Bibliografía:
LAPIERRE, A. y AUCOUTURIER, B. (1983) Simbología del movimiento. Ed. Científico-Médica.  ARNAIZ, P. et al. (2008) La psicomotricidad en la escuela: un práctica preventiva y educativa. Ed. Aljibe. 

14 mar 2015

Plastilina casera



Esta entrada es sobre la plastilina casera. Se la debo a los padres que están ahora en los Grupos de Juego en el Centro Mi Matrona (Málaga): les prometí que publicaría la fórmula en el blog y ya llevan casi tres semanas esperando. Ni un día más.

La utilizamos con los bebés, aunque tiene un gran éxito al menos hasta los 7 años. Es uno de esos materiales que evolucionan con el niño y que tendremos oportunidad de utilizar un montón de veces. Todo lo que tiene esta plastilina es comestible, aunque como lleva una gran cantidad de sal lo normal es que a los bebés les dé un poco de asco y no la chupeteen mucho. Al final, como todo, depende de cada bebé. Cuando la llevé al grupo hubo muchos interesadísimos en llevársela a la boca y la sal no pareció disuadirlos demasiado. Otros bebés se mostraron muy interesados en manipularla. Hubo un pequeñín en concreto (en la foto) al que no volvimos a oír en toda la sesión: cogió la bola de plastilina y se dedicó a desmigajarla lenta y concienzudamente... ¡A él le dio mucho juego!



Cada bebé, como explico en los grupos, y cada niño, tiene sus preferencias y su momento respecto a cada material. Por eso es interesante ofrecerle opciones y quedarnos con las que le vayan llamando la atención. Aquellas a las que no ha hecho ni caso no hay que descartarlas para siempre: puede que un poco más adelante el objeto ignorado se convierta en su juguete favorito. Pero vamos con la fórmula.

La primera vez que quise hacer plastilina casera obtuve una maravillosa... Pintura de dedos. Ya me lo advirtió mi amiga Hilde en su día, cuando me pasó la primera receta que tuve. Me dijo que era bastante líquida, y lo era. Reconozco que tras la pintura de dedos tardé en volver intentarlo. Hace unas semanas, como digo, decidí que era el momento. Tras varios cambios a la fórmula original, aquí pongo la que finalmente dio como resultado las maravillosas bolas de plastilina casera que aparecen en la primera foto.

Ingredientes:
  • 2 tazas de harina de trigo
  • 1 taza de sal
  • Un chorrito de aceite de oliva (como dos cucharadas de aceite, más o menos)
  • 1 cucharada (no rasa) de cremor tártaro. Es un ingrediente de pastelería. En Málaga lo encontré en la Casa de las Especias del Pasillo Santa Isabel.
  • 2 tazas de agua caliente: es lo que decía en la fórmula, pero yo me dejé un dedo de agua en la segunda taza, porque vi que aguaba demasiado la mezcla.
  • Colorante alimentario de colores: probé con dos, y tengo que decir que me gustó más el líquido del Lidl (no quiero hacer publicidad negativa, pero era bastante más caro y de marca buena)

Procedimiento: Mezclé todos los ingredientes menos el colorante en una cacerola, con el fuego bajo. Le di vueltas sin parar, todo el tiempo, hasta que se fue haciendo más densa y despegando por los bordes. En internet había leído que debía estar unos cinco minutos, pero yo empleé más de diez. Al final, pasado ese tiempo, tuve que añadir un poco más de harina a la mezcla porque aún quedaba demasiado líquida. Entonces quedó perfecta. La hice bolas, las dejé enfriar y a los pocos minutos hice un agujero en cada una con el dedo y les eché un poco de colorante. Amasé cada bola con el colorante, y listo.  

Una última cosa: debe conservarse tapada, para que no se endurezca. Pero si nos sale un poco dura, o se endurece, basta con untarla con un poco de aceite, y recupera su consistencia de plastilina.

Tras ofrecérsela a los bebés en los grupos de juego, le guardé una poca a mi hija Ángela. Y construyó todo un poblado. Por eso digo que no pasa de moda, al menos, hasta los 7 años.



Lidia García-Fresneda

8 sept 2014

Libertad de movimiento... a todas las edades (O qué ocurre cuando no le decimos a los niños qué deben hacer)

Todos tenemos un poco de miedo al vacío. A no tener nada que hacer. Pensamos que si no nos organizamos bien no avanzaremos, no aprenderemos, no conseguiremos nada. Fruto de esa idea nacen las ajustadas programaciones, programaciones que lenta y subrepticiamente han ido colándose en todos los ámbitos de nuestra vida, incluyendo el tiempo de ocio.

Durante algunos veranos apunté a mi hijo en campamentos urbanos. Me daban una hojita de actividades apretadas que, cuando vi por primera vez, colmó todas mis ambiciones maternas: con una superactividad cada hora estaba claro que todas las necesidades de entretenimiento quedarían cubiertas. Un ejemplo real, de una mañana de campamento: fútbol, rocódromo, fama (baile), natación... ¿quién da más? Pero resultó que a mi hijo no le gustaron nada los campamentos, ni ese ni otras variedades que seguí probando. Yo me preguntaba... ¿qué falla en este planteamiento, con lo "guay" que parecen todas estas actividades?

Este verano he buscado un campamento familiar en el que compartir unos días con los niños, es decir un campamento pensado para familias con hijos. Lo busqué expresamente con actividades para todos los que íbamos (yo -madre-, Iván -12 años-, Ángela -4 años-). En casa estuvimos planeando todas aquellas actividades que nos ofrecía el programa y que haríamos juntos. Camino del campamento pasamos un par de días en Port Aventura, lo teníamos pendiente y disfrutamos mucho. Y después llegamos. Entonces ocurrió... ¿Qué pasó?

Que los niños se reunieron. Y empezaron a revelarse. Que nos dejaron a los padres, al menos el mío lo hizo, colgados con el geocatching, la biodanza y las canoas. Los veíamos ir y venir por el campamento, ahora con una invención, ahora con otra. Jugaban al fútbol, sí, o se escondían en el castillo, bajaban a la piscina o se subían a los columpios de los pequeños. Conforme avanzaban los días dejaron de comer con nosotros (comían juntos), y de asistir definitivamente a las actividades programadas. Iván, que era de los mayores, salía de la habitación a las 9 de la mañana y volvía a las 12 de la noche. Tras la primera decepción (¿no íbamos a descubrir juntos las estrellas en el taller de astronomía?) me di cuenta de que por fin le estaba ofreciendo la experiencia que necesitaba: libertad de movimiento, esa experiencia tan escasa y difícil de conseguir, sobre todo cuando se vive en una ciudad. Y con un extra, añadido sobre la marcha... ¡ningún plan!

"¿Qué ocurre cuando no le decimos al niño qué tiene que hacer, cuando no le hacemos propuestas?", preguntaba mi profesor de Psicomotricidad, José Ángel Rodríguez, en la primera clase que me dio. Pues ocurre que el niño juega a lo que de verdad quiere. Lo que de verdad le importa y le mueve. Por fin.

El día que volvíamos, Iván me dijo: "Me lo he pasado genial, mamá, ha sido lo mejor". Se notaba en su cara, en sus ojos, en su voz. "Mejor que Port Aventura", remató.

Lidia García-Fresneda

6 ago 2014

Regalar y recibir


El domingo fue mi santo. Al volver a casa Ángela había desplegado sobre su cama una enorme cantidad de pequeños objetos. Algunos estaban cuidadosamente envueltos en un pañuelo, y esos eran los mejores y más importantes regalos. Mis regalos. Ángela estaba emocionadísima. Entonces me acordé de una de esas perlas que uno lee y hacen clic en algún lugar. Aunque no recuerdo dónde lo leí. 


Decía que los niños construyen su valor (y experimentan su valía) en función de lo que pueden dar, o más bien en función de cómo es recibido lo que ellos tienen que dar. Solemos pensar que el proceso es al revés, es decir que el niño construye su autoestima en función de lo que recibe: el amor que recibe, la educación que recibe, los consejos, los regalos... Pero parece que igual o más importante que eso es que aprendamos a recibir, para que ellos puedan dar. Recordemos que el que recibe es pasivo. Y el que da, activo.

Podemos hacer un pequeño ejercicio, ahora mismo: ¿qué sentimos cuando nuestra madre o un ser querido nos hace un regalo? ¿Y qué sentimos cuando preparamos un regalo para nuestra madre (o para un ser querido), un regalo que pensamos que le va a encantar? Yo como hija tengo que reconocer que ninguno de los regalos que me hace mi madre (y que tanto agradezco) es tan gratificante como lo que experimento cuando toma con alegría lo que yo he preparado para ella. ¿Por qué disfrutamos tanto dando? Porque dar es expresarse. 

Nuestros niños son activos. Quieren dar, regalar, ofrecer-se. ¿Qué tal si por un día en lugar de pensar qué le falta o qué le podemos dar cambiamos el chip y nos sentamos plácidamente a recibir? Su amor en forma de besos, caricias, abrazos, sonrisas... o los regalos, florecitas, collares y dibujos que continuamente hacen pensando en nosotros. Sin expectativas (para que el recibir  no se convierta en exigir). ¿Percibimos su alegría? ¿Y la nuestra?

Lidia García-Fresneda

9 ene 2013

El ejercicio libre vs gimnasia

El libro se titula "desplegándose". Con solo ver la foto de la portada ya se intuye un texto lleno de enseñanzas. Niños encaramados en un árbol parecen disfrutar del momento. Se observa en sus cuerpos relajados, sus posturas atrevidas, la confianza en sus posibilidades, el respeto hacia el grupo.

Elfriede Hengstenberg, profesora alemana de gimnasia, aportó a sus alumnos algo que iba más allá del mero pefeccionamiento físico: la conciencia de su cuerpo a través del movimiento libre y espontáneo, en quietud y en movimiento. Buscaba la independencia (tanto fisica como emocional) del niño a través del conocimiento de sus limitaciones (para superarlas) y de sus posibilidades.

Cuando recién se graduó y empezó a instruir a niños en sus habilidades gimnásticas, observó que fuera del alua los alumnos volvían a sus posturas insanas. Quiso ir más allá, que aquellos movimientos fluidos y sanos que aprendían se mantuvieran en su vida diaria. Trabajando con Elsa Gindler y Heinrich Jakoby, así como de sus intercambios con Emmi Pikler, desarrolló unas bases para su trabajo, y así lo hizo durante más de 65 años.

El libro está lleno de ilustraciones y explicaciones de sus actividades, con ejemplos de niños concretos. Hengsti (como la llamaban sus alumnos) seleccionaba unas tareas y se las presentaba al grupo de manera atractiva, aunque les permitía que explorasen e investigasen de forma libre: "les dejo que luchen solos con sus dificultades y no me inmiscuyo en lo que emprenden". Sólo cuando consideraba que sus pruebas individuales habían madurado hasta un cierto grado, se permitía dar explicaciones o propuestas.

Otra premisa suya era relacionar las actividades gimnásticas con las actividades de la vida contidiana. Se observaban en posturas habituales y entre todos aportaban ideas para mejorar esa actitud que bloqueaba la fluidez del organismo.


Su manera de manejar la torelancia frente a las frustaciones la explica en las siguientes palabras "siempre he tratado de ayudar a los niños lo menos posible. Si los mayores intervienen dierectamente con demasiada frecuencia los niños no se esfuerzan los suficiente. Si los niños se ayudan mutuamente raramente obtienen más ayuda de la  necesaria".

Las sesiones siempre estaban abiertas a modificaciones sugeridas y aprobadas por el grupo. Muchas veces ellos mismos proponían variaciones de los ejercicios, para conocerse yendo más allá.  Sabía que el interés en los juegos hacía que los chicos fueran más atentos y conscientes de su proceder. Hacía incapié en la cooperación, en respetar el ritmo de los demás, ya que otra premisa suya era permitir la exploración propia en un ambiente seguro, libre de presiones y juicios.




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Montserrat Reyes

12 oct 2012

Primero es el juego (Francesco Tonucci)

Viendo a nuestros niños tan bien vestidos, bien alimentados y capaces de manipular aparatos tan complejos, que hablan idiomas extranjeros de un modo tan precoz, que practican un deporte en serio, respetando las reglas y aprendiendo los trucos desde los primeros años, a los adultos a menudo se nos ocurre pensar que realmente han tenido suerte. Y en cambio, cada vez se da menos imporancia a la experiencia más importante de la vida del hombre y de la mujer: el juego. El juego que, para ser juego, debe ser libre, sin control del adulto, con otros niños, en lugares libres y accesibles.
Del mismo modo que existe un largo debate entre antropólogos y filósofos que plantea la hipótesis de que el juego es anterior y un elmento constituyente de la cultura humana, se puede afirmar con certeza que el juego está en la base del desarrollo individual de todo el hombre o mujer.
De hecho, los primero días, meses y años son cuando más rápido es el desarrollo. Antes de que un niño entre por priemra vez en un aula, ya  han sucedido las cosas más importantes: el aprendizaje de las cosas más importantes, los cimientos en los que deberán sustentarse todos los conocimientos futuros, o se han adquirido ya o difícilmente podrán recuperarse. Y eso, gracias a la única y gran actividad presente en esta las primeras fases de la vida: el juego.
El niño vive con el juego una experiencia poco frecuente en la vida del hombre, la de enfrentarse a solas a laacomplejidad del mundo: él, con toda su curiosidad, con todo lo que sabe y lo que sabe hacer, ante el mundo, con todos sus estímulos, sus novedades, sus atracciones. Y  jugar significa quedarse cada vez con un trocito de este mundo: un trocito que puede componerse de un amigo, de objetos, de reglas, de un espacio que ocupar, de un tiempo que administrar, de riesgos que correr. Y ningún adulto podrá prever o medir la cantidad de cosas que aprende un niño jugando. Nadie podrá programar o acelerar este proceso, ni impedirlo o empobrecerlo. Y el motro que lo impoulsa es el más potenete que conoce el hombre: el placer. El juego libre y espontáneo del niño gaurda parecido con las experiencias más elevadas y extraordinarias del adulto, como la de la investiación científica, la exploración, el arte o la mística, en las que el hombre se enfrenta a la complejidad y vive la experiencia del placer.

Este texto está sacado del libro "Peligro, niños" de Francesco Tonucci. Fue publicado en la resvista Nuova Responsabilitá en noviembre del 2004.

Francesco Tonucci es un pedagogo y dibujante italiano.  Es un pensador e investigador sobre el papel de la infancia en la sociedad actual y la verdadera misión de la escuela. Dirige desde 1991 el proyecto "La ciudad de los niños" donde en distintas ciudades se propuso a los alcaldes contar con la colaboracion y opinión de los niños en los temas relacionados con su ciudad.

Pasa saber un poquito más elblogalternativo tiene una entrada relacionada con su filosofía.
Se aprende más jugando que estudiando: entrevista a Franceso Tonucci (niñólogo).


Montserrat Reyes


11 dic 2011

El juego simbólico

“Mira mamá, un guante” dice Leandro, de 27 meses,  mientras le muestra a su madre su mano metida en una pequeña bolsa. Y sentándose a horcajadas sobre el brazo del sofá murmura “rum, rum, soy un motorista”. Coloca un muñeco de Pocoyo delante de él y le susurra que van de paseo.



"Mira mamá soy Nadal"
Según Piaget, este tipo de juegos ocurre alrededor de los dos años. Se caracteriza porque el niño  es capaz de ser o hacer cualquier cosa a través de su imaginación y fantasía: todo un salto en su desarrollo psicológico. Y en su inteligencia: pensar está íntimamente relacionado con imaginar. Cuando planificamos nuestras acciones o resolvemos un problema estamos, en definitiva, imaginando las alternativas y situaciones posibles.   

Hasta entonces se ocupaba de conocer las cualidades del mundo que lo rodeaba mediante la percepción de sus sentidos y el movimiento. El juego consistía en experimentar con las características físicas de los objetos y de su propio cuerpo: ¿siempre que lanzo el muñeco cae al suelo? ¿qué pasa si golpeo la olla con la cuchara?...

En las primeras etapas del juego simbólico  las acciones suelen ser aisladas. Valdría el ejemplo de María, de dos años, que diciendo que su bebé tiene hambre le introduce una cucharita en su boca.  Una vez su muñeca está alimentada, finaliza el juego. Más adelante ocurren combinaciones en secuencias: María baña a su muñeca, la viste, le da de comer y la acuna para dormir.

¿Qué otras conductas ocurren a esta edad que se relacionan con el surgimiento del juego simbólico?
1.       Explosión del lenguaje. Aumenta su vocabulario y mejora la articulación de la palabra. Habla lo que piensa (o lo que hace).
2.       Capacidad de representar. Es capaz de distanciarse de la realidad y representar mentalmente algo que ocurrió en otro momento.
3.       Sentido de su individualidad. Comienza a referirse a sí mismo como “yo”. Explora su independencia (creando inevitablemente conflictos con los adultos).

¿Cómo influye el juego simbólico en el desarrollo del niño?
1.       Desarrollo de la socialización. Facilita el conocimiento de los roles sociales, las relaciones familiares, de las diferentes profesiones.
2.       Desarrollo emocional. Piaget sostenía que este tipo de juegos ofrece al niño una oportunidad para resolver conflictos “si el niño tiene miedo a un perro, las cosas se arreglarán  en un juego simbólico, en el que los perros dejan de ser malos y los niños se hacen valientes”.
3.       Desarrollo cognitivo.  En el juego simbólico más elaborado (combinación de secuencias) se pone en marcha un proceso importante de comunicación, intercambio de ideas, declaración de intenciones…  

Al observar a nuestros hijos jugando a “hacer como si” obtenemos una valiosa información de cómo son, sus miedos, conflictos, preocupaciones, deseos…  No está de más sentarnos cerca de ellos, aunque intentando no intervenir. Y mucho menos criticarles o dirigirles. Si quieren que participemos, así lo hacemos, pero dejemos  sean ellos los que  dirijan el juego. Los padres, sin darnos cuenta, podemos enviarles información de que “así no es, se hace así”, cuando la fantasía y la imaginación ¡son libres!

Por otro lado, también las actitudes y costumbres de los adultos pueden verse reflejadas en su juego simbólico: cuando hace de mamá y frunce el ceño al darle de comer al bebé, cuando hace de papá y eleva la voz leyendo el periódico… Es una oportunidad para saber cómo nos ve nuestro hijo.

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Montserrat Reyes

3 dic 2011

Juegos: cognición en niños de 18-24 meses


Según Piaget, antes de los dos años, el bebé se encuentra en el Estadio Sensoriomotor. Tiene una limitada capacidad para representar mentalmente la realidad, por lo que su inteligencia se sustenta en percepciones y movimientos. Su pensamiento se manifiesta en actos sobre el presente. Su desarrollo intelectual se expresa al establecer relaciones causales que le ayudan a adaptarse al medio que le rodea (si le doy al interruptor se enciende la luz, cada vez que lanzo un objeto éste cae al suelo, si lloro mi mamá me atiende).

El siguiente Estadio, el denominado Preoperatorio, empieza alrededor de los dos años (Piaget). Con la aparición del lenguaje y el desarrollo de la función simbólica, se producen modificación en el desarrollo intelectual: el niño empieza a representar en su mente los datos de la realidad. Ya no hace falta que la acción esté ocurriendo ahora mismo para obtener una información que actúe sobre su proceso cognitivo.

Todos aquellos juegos que estimulan el lenguaje, la sociabilidad y la permanencia de una acción o imagen mental actúan sobre su función intelectual. El juego imitativo y simbólico (“hacer como si”), el juego de asociaciones, aquellos donde aprenden palabras nuevas…



1.    Juego de las parejas
A  los 20-22 meses puedes iniciar el juego de las parejas: con cartulina de colores y pegatinas fabrica tres parejas: sentados sobre el suelo, uno frente al otro preséntale una tarjeta y dile que ahí hay un perro (quizás ya conoce ese animal así que puedes preguntarle qué es y  tu hijo te lo dirá) y la colocas sobre el suelo; le presentas la segunda y la tercera, colocándolas una junto a la otra. Ahora le enseñas cada pareja en el mismo orden  y la colocas bajo su igual. A partir de aquí, puedes presentarle las parejas en distinto orden y que él te diga dónde está su igual. Más adelante añade más parejas, a los dos años podrá hacerlo con 6 ó 7 a la vez y cambiarlas cada día.
2.    Emparejando objetos
En vez de utilizar imágenes ahora podemos jugar con objetos reales. Coge tres cucharas y dile cómo se llaman;  finge que estás comiendo, deja que coja una cuchara. Ahora le enseñas tres tenedores; finge que estás comiendo; deja que coja un tenedor. Ahora dile que te de una cuchara y luego el tenedor. Pon los 6 cubiertos sobre la mesa delante de tu hijo y dile que te de una cuchara, luego un tenedor.
3.    Juegos con colores
Como en el juego de las parejas (1),  utiliza tarjetas de colores pero sin pegatinas. Muéstrale los colores primarios: rojo, amarillo y azul.  Juega a emparejarlas. Aprovecha además vuestros paseos para nombrarle estos tres colores: en los coches, las motos, las verduras, la comida empaquetada… Cuando observes que ya los conoce, ve añadiendo un color cada vez.
4.    El juego de los sonidos
Si tienes varios botes de plástico parecidos a los de rollos de película fotográfica, puedes meter materiales pequeños que hagan ruidos diferentes: arroz, arena, una canica, botones… Séllalos bien para que no se abran a ser manipulados por tu hijo. Muéstrale cómo se agitan y el sonido que tienen “suave…shhhh, fuerte….shhhh”. Si un bote no tiene nada dentro será el sonido del silencio. Permítele que los toque y agite, podrá experimentar que el que suena más fuerte quizás pesa más que el que suena suave.
5.    Debajo de dónde está
Consigue tres cajitas o cubos pequeños. Tu hijo y tú sentados en el suelo uno frente al otro. Muéstrale los cubos boca abajo, de manera que no vea qué hay dentro. Levanta uno y coloca dentro un pequeño juguete (un muñequito). Mueve los cubos despacio y pregúntale dónde está el muñequito. Al principio, si no entiende el juego, enséñale dónde está el juguete; lo entenderá rápido y le encantará jugar a averiguar dónde se movió el muñequito.
Con las tarjetas con pegatinas puedes hacer este mismo juego: le enseñas tres tarjetas, una a una vais diciendo cómo se llama lo que veis, pero al colocarlo en el suelo lo haces boca abajo. Al principio, sin moverlas, pregúntale dónde está el perro, o el gato o el ratón. Cuando lo entienda, mueve las tarjetas colocadas boca abajo antes de preguntarle por un animalito en concreto.
6.    Linterna
En una habitación a oscuras, sienta a tu hijo en tu regazo y enciende una linterna. Muévela despacio por la habitación a la vez que le nombras y describes aquello que vas enfocando. Quizás sea él quien lo vaya nombrando. Deja ahora que sea tu hijo quien tome la linterna y enfoque aquello que le interesa; describe lo que ves.
7.    Caja de juguetes inteligentes
En una caja de zapatos mete varios juguetes “inteligentes”: una marioneta, una pelota que flota,  una caja de música con bailarina, un trapecista… y cualquier tipo de juguete que sorprenda al niño con sus movimientos. Será un momento especial, se lo enseñas cada día, en el mismo sitio, con gran expectación. Le sacas los juguetes uno a uno y le enseñas lo que hacen. Si alguno no se puede tocar por ser delicado se lo dices e irá aprendido a tolerar este tipo de frustración. Si se lo enseñas siempre en el mismo orden, en pocos días te dirá el nombre del que le toca salir cuando estés guardando el anterior.
Marioneta: haz que ande por el suelo, que se suba a su pierna, su hombro, que le dé un beso. Nombra cada parte de su cuerpo sobre la que pasea.
La pelota que flota. Soplando por un tubo de madera, una pelota de corcho es impulsada hacia arriba y se mantiene flotando. Les crea expectación verla flotar y querrán cogerla. Si tienen destreza puedes dejarlo que lo haga y que la coloque de nuevo en su sitio para verla flotar de nuevo.
Caja de música. Ver a la bailarina (o los patitos) bailar les mantiene muy atentos. Si le dejas coger la muñeca para volverla a colocar (no es tan fácil, el imán que la mantiene dando vueltas puede ser difícil de localizar), practica con su motricidad fina y el perseverar ante las dificultades.
El trapecista. Hecho generalmente de madera, cuando apretamos la parte inferior del trapecio, el trapecista sube y hace piruetas. Enséñale “arriba y abajo”. Cuando él te lo pida, súbelo o bájalo.
8.    Títeres
Inventar historias con títeres es algo que les divierte mucho. Puedes utilizar uno o dos títeres de mano y contarle una historia en la que tu hijo sea uno de los protagonistas; o que cuente algún relato con el que tu hijo se sienta identificado. Existen además los títeres de dedos que posibilita aumentar los personajes del cuento. Deja que tu hijo también se coloque alguno que participe en la narración.
9.    Juego simbólico.
Es la edad apropiada para empezar a jugar “a las muñecas”.  Si tiene un muñeco preferido, cuando estéis almorzando sentáoslo al lado y haced como que le dais de comer. Le gustará especialmente llevarlo de paseo en el carrito. Otra forma de juego simbólico se da cuando toma la escoba  y sobre ella te dice que es un caballo. 


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Montserrat Reyes

19 nov 2011

Juegos: manualidades y creatividad en niños de 18-24 meses


La creatividad y la imaginación están estrechamente ligadas con la inteligencia. Los juegos manuales donde se les permite hacer lo que les apetezca, favorecen la exploración y el aprendizaje del medio. 
Si bien son todavía más propensos a imitar que a imaginar, ofreciendo situaciones que representan a las reales (por ejemplo, fabricar una carretera  con cinta adhesiva y colocar un coche encima) fomentamos el recuerdo de lo que ya conocen.
A esta edad comienza su interés por pintar. Lo ideal es que comiencen pintando "con el brazo entero", es decir, desde el hombro. El mural posibilita esta forma de pintar. Más adelante pueden hacerlo sobre un gran papel en el suelo, y lo harán desde el codo. Sentado en su silla delante de la mesa lo harán con la mano. 



 1.    Bandeja y crema hidratante.
Tu hijo de pie (o sentado) delante de una mesa baja. Coloca una bandeja sobre ella y esparce crema hidratante. Permítele tocarla con sus dos manos y hacer dibujos sobre la bandeja. Para darle color a la crema puedes añadir unas gotas de jarabe de fresa.
2.    Pintando sobre el mural.
Cuando tu hijo cumpla 18 meses puedes regalarle un mural sobre la pared. Se trata de colocar un trozo de papel continuo (1 metro de alto por dos de ancho) sobre una de las paredes de su habitación, o de la cocina (suelen estar alicatadas y si se sale del mural al pintar se puede borrar con agua y jabón). Compra cera de colores y colócalas en una caja cerca del mural: sentaos frente a él y haced rayas y rayas de muchos colores…. pero sin salirse del papel. 
3.    Gomets sobre el mural.
Compra gomets de distintos colores y formas (los venden en pequeños paquetes que contienen hasta 300 de ellos). También puedes utilizar pegatinas de sus personajes favoritos (Mickey Mouse, Pocoyo, princesas, animales…).  Podéis aprenderos los nombres de los colores y de personajes, o lo que están haciendo,  o la ropa que llevan puesta. Antes de los dos años los colocará en cualquier lugar del mural y le será difícil agruparlos por colores o categorías. Entenderá sin problemas que no debe salirse del papel.
4.    Gomets sobre mi cuerpo.
Con las mismas pegatinas jugad a colocarlas en distintas partes del cuerpo de papá y del cuerpo de tu hijo: “sobre la nariz, debajo del ombligo, una pegatina amarilla, una pegatina roja…”. También podéis jugar a hacer lo mismo sobre su muñeco favorito.
5.    Trazar líneas sobre arena
En el parque o en la playa trazad rayas sobre la arena, con las manos o con un palo de madera.  Puedes mostrarle cómo se hace tomando suavemente su mano y guiándola. También  traza una línea serpentina con muchas curvas. Si empujas un cochecito sobre la tierra observad las huellas que deja sobre ella.
6.    Pintando con agua
Toma un cubo de agua y una brocha grande. En el jardín “pintad” la pared de la casa con agua. Si salpica, no pasa nada, quizás sea una excusa para reíros más y refrescaros en días calurosos. 
7.    Plastilina.
Siempre vigilando que no se la coma (las hay comestibles) ofrécele plastilina de colores. Puede que al principio sólo le interesa desmenuzarla o dividirla en trocitos pequeños. A partir de los dos años le gustará darle forma con intención de crear un objeto concreto (aunque nadie más vea lo que él ve). 
8.    Carretera de coches.
Con cinta adhesiva blanca (de las que se utilizan para pintar las paredes) construye una carretera sobre el suelo (quizás puede pasar bajo una silla o subir por una olla colocada en mitad del salón). Con un cochecito juega a que éste va por la carretera  y sube la montaña y atraviesa el túnel… sin salirse de la carretera. Puedes añadir otros motivos del paisaje a vuestra imaginación.

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14 nov 2011

Juegos: psicomotricidad fina en niños de 18-24 meses

El niño de 18 meses ya no tiene tanto interés por vaciar y llenar nuestros cajones. Superado este entendimiento de las características espaciales relacionadas con meter-sacar, llenar-vaciar y dentro-fuera, ahora se centra más en la verticalidad. Gracias a su incipiente tendencia por reclamar su individualidad  y mostrar sus capacidades, así como por su interés por  imitarnos y reproducir lo que ve, empezará a interesarse por tareas como vestirse solo o comer solo.
1      Mi tenedor
Si muestra interés por comer sin ayuda y si se lo permites (a riesgo de marcharse, seguro) observarás que puede manejar con relativa precisión el tenedor. Al principio, si le pinchas el trozo de comida y le ofreces el tenedor, él lo introducirá en su boca y lo tomará sin problemas. La cuchara todavía le resulta difícil de manipular y puede que al llegar a la boca no tenga nada de la comida que había recogido en el plato.
2      Me visto solo
Si bien todavía no será capaz de vestirse sólo, sí comienza su interés por las cremalleras, botones, velcros y cinturones. Permítele experimentar y antes de su segundo año de vida será capaz de quitarse y ponerse unos zapatos simples.
3      Apilar 6-9 piezas
Es un juego que les empieza a gustar desde recién cumplidos sus primeros 12 meses. Ten a su alcance un juego de cubitos cuadrados para apilar. Al principio tendrán más facilidad para colocarlos uno sobre otro si el de abajo es más ancho. Al año y medio ya domina la técnica si son todos iguales y pequeños (2 cms cuadrados). Seguro que le encanta derribar la torre esparciéndola en muchos cubos dispersos.  A los 18 meses pueden formar torres de 3 piezas, a los 24 meses de 6-8 piezas.  El interés por colocar los cubos en fila (construir un “tren”) ocurrirá a partir de los dos años.
4      A pescar
Consta de un recipiente cuadrado de madera en cuyo interior se colocan unos peces con un pequeño trozo de hierro en medio. Una especie de caña de pescar con un imán en el extremo de la cuerda.  La fauna marina incluye: una foca, un cangrejo, un delfín, una ballena, un pez (inespecífico), un tiburón y una estrella de mar…
Le muestras a tu hijo cómo se utiliza la caña de pescar, pero puede que al principio agarre preferentemente el extremo-imán para colocarlo directamente sobre el pez. Dale su tiempo y permítele entrenar esta difícil habilidad. En pocos días, agarrando el asa de la caña, pescará los animales moviendo la cuerda con precisión. Aprovecha para enseñarle el nombre de los animales y finalmente pescará el que nombréis (y no el que primero agarre el imán).
5      Enroscando y desenroscando
Un día te dirá con sus gestos que quiere colocar el tapón de la botella, tal como te ha visto a ti hacerlo día tras día. También puedes ofrecérselo tú cuando acabas utilizar una botella de agua/zumo “¿quieres colocar el tapón?”. Observa si sólo lo coloca o hace un gesto de enroscar. Es buen momento para explicarle lentamente cómo se hace. “¿Y ahora quieres abrirlo?”.
6      Desenvolviendo
Ofrécele un juguete suyo o cualquier objeto de la casa envuelto en papel (de regalo, o simplemente un folio) y dile que vais a abrirlo: tironeando, rasgando, arrugando…
7      Abrir tapaderas
Cualquier bote con tapadera que tengas en casa en bueno para estimular su psicomotricidad fina. Grandes y pequeños, de plástico o metal. Puedes colocar algo dentro y hacerlo sonar a la vez que le preguntas “¿qué hay dentro?”. Quizás hay un bote pequeño dentro del grande, que también hay que abrir para llegar al juguete.
Incluyo dentro de este apartado colocar/quitar el capuchón de los bolígrafos, les encanta.
8      Puzles
A esta edad se interesan por puzles de distintas figuras y separadas (por ejemplo, varios animales). Sería bueno que en el hueco que deja libre la pieza esté el mismo dibujo que sobre la pieza, para así facilitar la identificación del lugar correcto.
Al presentarle el juego por primera vez, debemos sacar sólo una pieza y dejar las demás en su sitio: una vez colocada correctamente, sacamos otra distinta, pero sólo una.  Cuando ya esta versión esté dominada se pueden sacar todas las piezas y que el niño vaya buscando su lugar, al principio probando todos los huecos y más tarde acertando sin vacilación. Una versión de este tipo de puzles es que no esté el dibujo formado en el hueco de la pieza, ya que esto requiere un nivel más alto de reconocimiento e identificación de la forma.
9      Piezas Lego
Durante este semestre, si tiene piezas lego (encajables) a su alcance y siempre que sean grandes, comenzará a intentar encajarlas. No será nada fácil, tendrá predilección por colocarlas una sobre las otras, pero éstas no se sostendrán.  Antes de su segundo año de vida podrá hacer  torres altas.

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 Montserrat Reyes

24 sept 2011

Etapa de Producción. Fase Anal (18 Meses- 3 Años)


La principal característica de esta etapa es un impulso vital de autonomía. Los padres advertimos claramente el momento en el que empiezan a responder con un “no” a nuestras peticiones. Antes no ocurría, aceptaban de buen grado cualquier situación ofrecida “ahora a comer, ahora te voy a bañar, ahora vamos a la calle”. Y es que el conocimiento y dominio de su cuerpo se ha ampliado de forma significativa: andar, correr, arrojar, patear, subir, bajar, comer sólo, quitarse la ropa….. Esta necesidad de independencia trae consigo un deseo de responder a su voluntad casi inmediatamente; si ésta no es satisfecha cuando ellos lo requieren, vivenciamos las tan temidas pataletas.  Se produce en esta fase un choque de voluntades entre padres e hijos: comenzamos  a poner los primeros límites. 

Todas estas reacciones tan tediosas para los padres son normales y deseables para su sano desarrollo.  Alrededor de los 2 años surgen impulsos de autonomía y diferenciación. A raíz de aquí formarán su primer registro de poder personal  (yo puedo, yo sé, tengo valor). El ser conscientes de esta delicada fase nos ayuda a ser pacientes y amorosos (aunque a veces nos traicione el cansancio y no lo seamos tanto; lo importante es no mantener una actitud de reprobación y crítica constante).  Debemos tener cuidado con etiquetarlos (ahora y siempre) “es un protestón”, “es un llorón”… o hacerlos sentir culpables “me sacas los nervios de quicio”,  “estoy cansada de ti”…

En cuanto a los límites, cabe recordar que todavía tienen una limitada capacidad para asimilar y recordar órdenes; quizás tengamos que repetirle la misma regla varias veces para que pueda integrarla. Los padres debemos practicar una firmeza… amorosa. 

Otra característica de esta etapa tiene que ver con la higiene y aseo personal. Una de las primeras proezas absolutamente personales que los niños realizan es el control urinario y de la expulsión de heces. Y anhelan ser reconocidos por lo que producen y por su capacidad de dominio sobre lo que desean.  Este período sensible exige, también apoyo, comprensión y paciencia. Debe ser un proceso fluido, sin presiones y angustias paternas. Siempre que se garanticen estas premisas, el logro definitivo del control de los esfínteres ocurrirá cuando su sistema neuronal esté maduro para esta habilidad. 

Quizás las madres notemos que nuestro hijo se pega de forma  insistente a nuestras faldas, requiere nuestros brazos más a menudo y le cuesta mucho despegarse. Puede que también observemos algo más de apego a su objeto de transición (chupete, peluche, mantita…), que lo sienten como algo que forma parte de sí mismos  y les da seguridad.  Y es que en su “descubrir el mundo” y desplegar su autonomía surge un  miedo a lo desconocido y a separarse de aquello que conoce y tanto quiere. Así que frases como “tiene mamitis” o “está demasiado pegado” dichas con la intención de expresar que algo va mal están fuera de lugar. Es normal requieran ese apego y no debemos etiquetarlos y hacerlos sentir mal por un impulso innato que poseen y que no pueden ni debieran evitar.  
 

Juegos para la Fase de Producción (F. Anal)

En esta fase nace el arte y la creatividad. Buscan la aceptación y aprobación de sus logros individuales. A partir de los 18 meses surge un deseo de pintar, dibujar.
1.    Colocar papel continuo sobre una pared. Ofrécele ceras para que raye y pinte. Permítele que utilice la mano que quiera. Si le ofreces dos colores puede que dibuje con ambas manos a la vez. Está pintando con el brazo, desde el hombro.
2.    Coloca un papel o cartulinas amplias en el suelo. Permítele que pinte con las ceras. Rayas y garabatos. Está pintando con el antebrazo, desde el codo.
3.    Cuando tenga alrededor de 3 años, puede sentarse en una silla delante de una mesa y colocar un papel sobre ella.  Está pintando con la mano.

Sus fantasías de explorar sus primeros productos (heces y orina) pueden ser sublimadas jugando con agua, arena, barro, plastilina.
1.    Mezcla agua con harina y jugad con la masa.
2.    En la playa puede jugar con arena seca o a hacer castillos mezclando agua con arena.
3.    Plastilina de colores (las hay comestibles).
4.    Con espaguetis cocidos (y fríos): permítele meter las manos en la olla para que amase y meta los dedos entre ellos.
5.    Te puede ayudar a lavar un trapo en un barreño, jugando con la espuma, estrujando el trapo…

Ya que en esta fase ocurren los primeros registros de suciedad-limpieza y sentido estético, podemos concluir los anteriores juegos invitándoles a ayudarnos a recoger y limpiar. 

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Montserrat Reyes

30 ago 2011

De vacaciones con mi hijo de 24 meses ¿qué juegos nos llevamos?

Nos vamos de vacaciones durante tres semanas. Hay que calcular bien qué nos llevamos porque las aerolíneas te cobran por cada gramo de sobrepeso. Lo más importante es la ropa, considerando que nos vamos a un país donde la temperatura media en verano son 20 grados... y el paraguas también lo incluimos. ¿Qué juguetes elegimos para mi hijo? Le pregunto y responde "shi" a todo, así que opto por echarle los que últimamente utiliza a todas horas: su motito amarilla y su avión, además de un cuentito de Pocoyó.

Llegamos a nuestro destino. Leo se entretiene con todo,  principalmente con cada rincón del apartamento donde nos alojamos. La motito no la veo casi desde el día que llegamos. El avión deja de emitir su sonidito de despeGue porque lo echó a la bañera llena. Al cuento le desaparecieron tres hojas. Decido comprarle algunos juegos adecuados a su etapa evolutiva y encuentro uno que estuvimos a punto de fabricar para el Taller de Juegos, pero éste lo encuentro ideal :

1. Pescando todo tipo de peces.
Consta de un recipiente cuadrado de madera con un dibujo del fondo del mar en la base de su superficie interna. Y dentro unos peces de madera con un pequeño trozo de hierro en medio. Una especie de caña de pescar con un imán en el extremo de la cuerda.  La fauna marina incluye: una foca, un cangrejo, un delfín, una ballena, un pez (inespecífico), un tiburón y una estrella de mar.

Es la primera vez que se lo presento. Le muestro cómo se juega. Al principio agarra directamente el extremo-imán de la cuerda e intenta penetrarlo en los animales marinos. "Suave, suave, sólo apóyalo".  En sucesivos intentos va dominado el arte de sostener la caña y desde ahí dirigir la cuerda para "pescar" cualquier pez. Siempre los vamos nombrando. Al principio pescaba uno y lo nombrábamos. Ahora lo nombramos y luego lo pesca.

2. Lego.
Paseando por la ciudad encontramos un LegoLand.  Entramos emocionados y le compro un juego de pocas piezas y grandes, parecido a uno que nos regalaron. No pasa nada, menos mal que es Lego y podemos unir cuantas piezas queramos, qué suerte.  Como en casa Leo se entretiene en hacer torres, no se le da mal, una sobre otra y otra y otra.
Le fabrico un avión y juego a hacerlo volar. Todavía no se interesa por intentar montar un muro ya que necesita unir piezas en horizontal... es demasiado pequeño para eso, aunque pronto empezará a colocar cubos uno detrás de otros y formar un tren. Y bien, como sabe nombrar los colores, pero todavía le cuesta identificarlos,  jugamos a amontonarlos por colores. Además, a esta edad, si bien saben nombrar los números (del 1 al 10 o más) sólo entienden los conceptos de 1 y muchos.

3. Libro-puzle
 
A Leo le gustan mucho los puzles. Encontré un cuento donde se debían encajar distintos animales en su página correspondiente: la página de las vacas (dos dibujadas y dos huecos), la de los cerditos (tres dibujados y dos huecos), la de los patos (dos dibujados y dos huecos libres)  y la de las ovejas (tres dibujadas y dos huecos). Los huecos no tenían su animal dibujado debajo, lo que dificulta su localización y posicionamiento.

Este tipo de cuento-puzle también promueve el entendimiento de la "clasificación": cada animal va con su grupo de animales que son iguales. Nombrarle los animales y expresar los sonidos que emiten es algo que todos los padres hacemos. Y finalmente cada página describe los nombres de éstos.

4. Emparejando
Finalmente no pude resistir comprar este último juego, si bien lo tengo en casa (hecho por mí). Lo utilizaré para los Grupos de Juegos. Son parejas de dibujos hechos en madera: se guardan en un estuche de madera, como el dominó, muy coqueto. Cuando empecé a jugar con Leo hace 3 meses sólo utilizaba 3 ó 4 parejas con dibujos relacionados con su vida y que pudiera identificar: el gato (de vecino), el sapo (Pepe de CantaJuego), la moto (del tito) y la pelota (nuestra pelota). 1. Le mostraba cada dibujo y le pedía que me los nombrara. 2.Yo los iba colocando uno al lado del otro. 3. Luego volvía a sacarlos en el mismo orden, le pedía que los nombrara y que los colocara bajo el dibujo que fuera igual. Y así durante varios días.
Con el tiempo le enseño unos diez dibujos cada vez (cada día los cambio) y le muestro las parejas en distinto orden... algunas veces le muestro uno que no tiene pareja y se lo queda en la mano esperando a ver si aparece.

5. Ceras de colores y folios.
Esto no podía faltar, debería haberlos incluido en la maleta. No son difíciles de encontrar ni caros. Unos colores y unas hojas siempre deberían estar a su alcance. Sin embargo, lo mejor sería colocar un papel continuo en una pared de la casa y permitir que pinte todo lo que quiera: siempre dentro de los límites del papel. También se pueden colocar pegatinas sobre él y formar un dibujo.




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Montserrat Reyes