27 nov 2010

Juego imitativo y simbólico

Un hecho que nos fascina de nuestros hijos es que imiten lo que oyen o ven. Es un signo que marca una evolución en su entendimiento del entorno y así lo vivimos, con tanto orgullo que solemos incitarlo a que repita (sobre todo delante de amigos y familiares) el gesto imitado. Generalmente lo han copiado de los padres, sobre todo en sus inicios, aunque luego empiezan a imitar gestos o expresiones de su entorno menos próximo, como los abuelos, la vecina o Pocoyó.

La comunicación entre los padres y el bebé comienza desde el nacimiento. Cuando el bebé balbucea y su madre lo imita se establece una forma simple de conversación. La facultad de imitación sonora espontánea aparece entre los 7 u 8 meses. A partir de entonces no sólo imitan sonidos, sino también gestos: les fascinan las caras y sus expresiones (a menudo palpan con los dedos la boca de su padre cuando le habla). La imitación en esta etapa cumple funciones sociales: aprende a decir adiós y a dar palmas. Los elogios que recibe tras estas acciones aumentan su interés en la repetición. Sus primeras palabras son, en principio, un puro acto imitativo. Más tarde tendrán el objetivo concreto de llamar la atención de esa persona.

Alrededor de su primer cumpleaños el niño está bastante familiarizado con su entorno.Se diría que conoce las rutinas de la casa y entiende algunas de nuestras explicaciones y la mayoría de nuestras peticiones. En esta etapa, la imitación cumple el objetivo de enseñar al niño las funciones de los objetos.

Antes de los dos años el juego es de carácter imitativo


- Entre los 9 y 12 meses consiste en la repetición de acciones sencillas: el niño se cepilla el pelo o se acerca el teléfono a la oreja y habla. Es importante, por tanto, dejar que nuestro hijo imite lo que le guste, lo cual requiere darle la oportunidad de que participe directamente en las actividades de los adultos. 

- Una forma más compleja de la imitación consiste en que el niño utiliza un objeto sobre otra persona: el niño da de comer a su madre o a la muñeca (12-18 meses). Nuestro hijo imitará con más frecuencia aquellos actos que realizamos y que tienen más relación con él. Las tareas caseras también estimulan su tendencia imitativa. Cuando cocinamos, podemos darle una olla y un cucharón para que imite nuestros actos.

- Un salto más en la evolución de este tipo de juegos sería cuando el niño da de comer a la muñeca colocando la cuchara en la mano de la muñeca (18-24 meses). Además, empieza a imitar secuencias: no sólo de la de comer, sino que le cambia el pañal y la acuesta. También encontrará oportunidades para imitar fuera de casa. Al llevarlo con nosotros a la compra podrá observar cómo trabaja la dependienta o cómo coloca las frutas y verduras en la estantería.

A partir de los dos años empieza el juego simbólico, cuya característica es aplicar a objetos funciones que no le pertenecen: imaginar que una caja es un coche. En este tipo de juegos sigue siendo importante el aprendizaje de las funciones de los objetos, pero en esta etapa hay que añadir una capacidad creativa e imaginativa.

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Montserrat Reyes

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