“Mira
mamá, un guante” dice Leandro, de 27 meses,
mientras le muestra a su madre su mano metida en una pequeña bolsa. Y
sentándose a horcajadas sobre el brazo del sofá murmura “rum, rum, soy un
motorista”. Coloca un muñeco de Pocoyo delante de él y le susurra que van de
paseo.
"Mira mamá soy Nadal" |
Según
Piaget, este tipo de juegos ocurre alrededor
de los dos años. Se caracteriza porque el niño es capaz de ser o hacer cualquier cosa a
través de su imaginación y fantasía: todo un salto en su desarrollo psicológico.
Y en su inteligencia: pensar está íntimamente relacionado con imaginar. Cuando
planificamos nuestras acciones o resolvemos un problema estamos, en definitiva,
imaginando las alternativas y situaciones posibles.
Hasta entonces
se ocupaba de conocer las cualidades del mundo que lo rodeaba mediante la
percepción de sus sentidos y el movimiento. El juego consistía en experimentar
con las características físicas de los objetos y de su propio cuerpo: ¿siempre
que lanzo el muñeco cae al suelo? ¿qué pasa si golpeo la olla con la
cuchara?...
En las
primeras etapas del juego simbólico las
acciones suelen ser aisladas. Valdría el ejemplo de María, de dos años, que diciendo
que su bebé tiene hambre le introduce una cucharita en su boca. Una vez su muñeca está alimentada, finaliza el
juego. Más adelante ocurren combinaciones en secuencias: María baña a su
muñeca, la viste, le da de comer y la acuna para dormir.
¿Qué
otras conductas ocurren a esta edad que se relacionan con el surgimiento del
juego simbólico?
1. Explosión del lenguaje. Aumenta
su vocabulario y mejora la articulación de la palabra. Habla lo que piensa (o
lo que hace).
2. Capacidad de representar. Es
capaz de distanciarse de la realidad y representar mentalmente algo que ocurrió
en otro momento.
3. Sentido de su individualidad.
Comienza a referirse a sí mismo como “yo”. Explora su independencia (creando
inevitablemente conflictos con los adultos).
¿Cómo
influye el juego simbólico en el desarrollo del niño?
1. Desarrollo de la socialización.
Facilita el conocimiento de los roles sociales, las relaciones familiares, de
las diferentes profesiones.
2. Desarrollo emocional. Piaget
sostenía que este tipo de juegos ofrece al niño una oportunidad para resolver
conflictos “si el niño tiene miedo a un perro, las cosas se arreglarán en un juego simbólico, en el que los perros
dejan de ser malos y los niños se hacen valientes”.
3. Desarrollo cognitivo. En el juego simbólico más elaborado
(combinación de secuencias) se pone en marcha un proceso importante de
comunicación, intercambio de ideas, declaración de intenciones…
Al
observar a nuestros hijos jugando a “hacer como si” obtenemos una valiosa
información de cómo son, sus miedos, conflictos, preocupaciones, deseos… No está de más sentarnos cerca de ellos,
aunque intentando no intervenir. Y mucho menos criticarles o dirigirles. Si quieren
que participemos, así lo hacemos, pero dejemos sean ellos los que dirijan el juego. Los padres, sin darnos
cuenta, podemos enviarles información de que “así no es, se hace así”, cuando
la fantasía y la imaginación ¡son libres!
Por
otro lado, también las actitudes y costumbres de los adultos pueden verse
reflejadas en su juego simbólico: cuando hace de mamá y frunce el ceño al darle
de comer al bebé, cuando hace de papá y eleva la voz leyendo el periódico… Es
una oportunidad para saber cómo nos ve nuestro hijo.
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Montserrat Reyes
Hola mi hija de 14 meses "juega" a que toma comida de mi mano y la come, aparte de que la "comparte" con nosotros, es decir, hace como si estuviéramos comiendo todos, pero sin comida (se lleva a la boca, hace que mastica, etc). Es eso juego simbólico? es propio de su edad?
ResponderEliminarMuy interesante y bien explicado para conseguir estas mejoras diarias y hacerle cada vez más fácil su desarrollo, muchas gracias Montserrat
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