6 sept 2010

Instrucciones de juego (I): Observar prodigios

Ángela, de once meses, está sentada en el suelo de mi abuela y con las manos toca el “tambor”–un taper, podría parecer-. Me acomodo junto a ella con un par de cucharas, le ofrezco una (que coge con tres dedos) y tocamos al descompás. No sé cuánto tiempo pasamos así. Luego le ofrezco una campanilla que agita con ese movimiento de muñeca que le cuesta un poco acompasar. Una vez que lo consigue la agita feliz una y otra vez, y otra vez, y otra… Mostrarle el mundo a Ángela es fascinante para ella y para mí.

Cientos de milagros cotidianos ocurren ante nuestros ojos sin que los advirtamos, simplemente porque “todo” nos parece más o menos igual. En el desarrollo del niño apuntamos los grandes hitos (primer paso, primera palabra, primer…) y a menudo nos perdemos una enorme gama de prodigios.

Esto me recuerda la historia de dos hombres que observaban el cielo estrellado. A los diez minutos uno de ellos ya estaba aburrido; el otro, sin embargo, parecía entusiasmado y no bajaba los ojos del cielo. Una horas después el primero, intrigado y aburrido a la vez, le preguntó: “¿Pero qué haces mirando tanto tiempo hacia arriba? ¿Estás contando las estrellas? ¿No ves que son todas iguales?”. “En absoluto”, contestó el segundo, que era astrónomo. Y pasó el resto de la noche describiendo a su compañero los secretos de las estrellas y las galaxias, y a los dos los pilló el amanecer mirando al cielo.

El desarrollo del bebé está plagado de situaciones asombrosas que, por no saber “distinguir”, no disfrutamos. ¿Aplaudimos el día que gira su muñeca para observar otra perspectiva de lo que tiene en la mano, el día que coge una miga de pan del suelo o el que golpea dos objetos que tiene en las manos? Todos esos días tendríamos motivos más que de sobra para aplaudir extasiados. El movimiento de sus dedos, cada movimiento nuevo, está directamente ligado al desarrollo de su inteligencia, y es un hito. Detenernos a mirar a nuestro bebé puede convertirse en una de las más fascinantes actividades de nuestra vida.

Lidia García-Fresneda

1 comentario:

  1. Es fascinante comprobar todo lo que aprenden sin que nadie les enseñe... a Irene en la guardería le enseñan muchísimas cosas, cada día viene haciendo algo nuevo, los 5 lobitos, bailar, esconderse cuando le dices cucú, ... y a mi ésto me hace gracia, pero no me sorprende en absoluto, porque sé que se pasan bastante rato haciendo lo mismo delante de ella.
    Lo que de verdad me sorprende es cuando la veo abrir el cajón para subirse en él y alcanzar lo que hay encima del mueble!
    Hace un par de días, había un yogur vacío encima de la mesa, con una cuchara dentro. Irene cogió la cucharilla y empezó a meterla en el yogur y llevársela a la boca.
    Es increíble lo rápido que pasa el tiempo a su lado :) ya mismo cumple un año!

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