Sergio,
un bebé de 4 meses, está en el suelo sobre unas mantitas, boca arriba
intentando alcanzar un juguete que está a su lado. Su madre pasa por delante de
él de vez en cuando, se acerca, le sonríe y le habla en ese tono que a él tanto
le gusta. Después de un rato inmerso en la investigación de lo que le rodea, de
repente empieza a llorar. Su madre acude
pronto, lo toma en brazos, le habla despacito, lo balancea, le pregunta qué
necesita. Pero ya se ha calmado, parece que era eso lo que necesitaba, un poco
de contacto físico. Según Ronald Barr, pediatra e investigador del
llanto en el niño en Montreal, lo que parece funcionar mejor es el simple
contacto humano.
El
llanto es un medio que utiliza el bebé para comunicarse con su entorno. Los
recién nacidos son biológica y evolutivamente dependientes de los adultos,
están programados para comunicar sus necesidades en cuanto sienten un
desequilibrio interno. Es por tanto necesario el establecimiento de un vínculo
entre madre/padre-bebé para asegurar la supervivencia del pequeño. Somos
principalmente las madres las que nos enlazamos con nuestro hijo, de manera que
podemos sentir las necesidades de él como propias, lo que nos hace responder
rápidamente para aliviar su estrés. Visto desde esta perspectiva, los bebés no
lloran sin razón. Y menos aún, para fastidiar a sus padres.
Este
llanto sólo tiene sentido si es respondido de forma eficiente por sus padres.
Principalmente en las sociedades industrializadas, los padres tienen muchos
problemas en el manejo del llanto de sus hijos, y es consulta frecuente a
pediatras. Muchas familias acaban literalmente saturadas porque tiene un “bebé
difícil”. Desde el punto de vista del recién nacido, sólo existen “padres
difíciles” que, por alguna razón, no son capaces de cumplir eficientemente con
su parte de la diada. ¿Pero por qué una respuesta que adaptativamente sirve
para asegurar la supervivencia del ser humano es, en muchos casos, fuente de estrés familiar? En casos extremos
se crea en sus progenitores rechazo o incluso negligencia.
El bebé
está biológicamente adaptado a esperar un cuidado y un vínculo físico constante. Sin
embargo, en las culturas desarrolladas los padres están optando por crear una
relación de independencia mutua: llevan a los recién nacidos en carritos en vez
de portarlos, los alimentan a intervalos regulares en vez de a demanda,
consideran que responder rápidamente su llanto los hace dependientes y
demandantes.
Por un
lado considero que no se puede simplemente decir “claro, es que esos no son
buenos padres”. La dificultad para estar en sintonía con las necesidades de los
bebés es algo muy frecuente. Vivimos dentro de una cultura que establece qué se
requiere de cada uno de nosotros, qué es aceptado y qué no. Actualmente las
sociedades “modernas” separan el trabajo de la casa, lo público de lo privado.
Las madres se sienten solas en sus casas, sin redes de ayuda y sin
variedad en sus rutinas diarias. Muchas deben elegir entre estar con ellos en
sus primeros meses o volver al trabajo, por lo que otros deben cuidar de sus hijos (ya sean los abuelos o las guarderías). Estas condiciones crean
depresión y resentimiento en los padres,
lo cual tiene un efecto negativo en el desarrollo de sus hijos. Y por
ende en el desarrollo de las culturas futuras.
Por
otro lado, también pienso que los padres deberíamos buscar más información
sobre nuestras decisiones en la crianza de nuestros pequeños. A veces nos dejamos llevar por la corriente,
por lo que todos hacen, porque si se hace así no debe ser tan malo... Creemos en
estilos de crianza basados en mitos sin ni siquiera cuestionarlos. Y además, hay
pocas redes de apoyo para madres, tampoco hay tiempo porque hay que trabajar… Sin embargo, somos sólo nosotros, los padres, los que podemos hacer algo para ir
cambiando este estilo social “avanzado” que no tiene en cuenta las necesidades
de las familias, y mucho menos de los niños.
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Fuente:
SMALL, M.F. Our babies, ourselves. How biology and culture shape the way we parent. Ed. Anchor Books (ebooks).
SMALL, M.F. Our babies, ourselves. How biology and culture shape the way we parent. Ed. Anchor Books (ebooks).
Montserrat Reyes
Coincido contigo, aunque a veces es muy difícil darse cuenta por qué llora! Y nos desespera el no poder calmarlos por no entenderlos, sobre todo en la época de los colicos bebes o cuando le están saliendo los dientes, por lo menos yo, no sabía si era por eso o cualquier otra cosa e iba probando hasta poder calmarlo, a veces me llevaba más tiempo que otras veces descifrar qué que pasaba a mi bebé...
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